lunes, 21 de agosto de 2017

ACOSADA





Esa mañana Agatha se despertó incluso antes de que sonara su despertador, el pequeño Gabriel no había dejado de llorar toda la noche por lo que apenas pudo dormir un par de horas. Mientras miraba impaciente por la ventana, que daba a un aparcamiento desde el que podía mirar su viejo Chevrolet, ya se impregnaba la cocina con el olorcito del café que estaba ya en ebullición, se lo tomaría  se dijo, y ya tenía  la  maleta de Gabriel preparada para llevarlo a casa de su amiga Soledad  donde le dejaría debido a que tenía que estar muy temprano en una cita de trabajo, estaba nerviosa,  era la primera vez que la llamaban para una entrevista, puedo hacerlo se repetía una y otra vez.
Dejó a su hijo sobre las 8.30 en casa de Sole, y fue directa a la dichosa entrevista, donde la asistenta la llamó por su nombre: Agatha Gordillo González.
Se levantó muy despacio, sonrió suavemente y avanzó con paso decisivo hasta la puerta.
Después de 20 minutos salió un poco desanimada, nerviosa y contrariada, todas las demás personas que ahí esperaban su turno no pudieron evitar pensar en qué le había pasado a ella, por qué salía de esa manera de la oficina. Nuevamente la asistenta salió y llamó al siguiente aspirante, parecía que todo volvía a la normalidad. Agatha ya estaba fuera del edificio, respiró hondo y buscó un cigarrillo, necesitaba fumar, sus nervios iban en aumento, no lograba encontrar el encendedor, pero una persona que la había visto salir, le ofreció fuego.
Ella miró al hombre que le ofrecía el mechero, apenas podía sonreírle en agradecimiento, él la miro y al ver que estaba muy nerviosa, le dijo:
- ¿Estás bien? Necesitas algo.
-No gracias -respondió ella-, estoy bien, se me pasará.
El hombre se fue dejándola atrás pero aun así se quedó preocupado por ella. Agatha se giró para ver a donde se dirigía el hombre y pensó en lo amable que fue, al verlo entrar a la empresa de donde ella había salido, se imaginó que quizás sería uno más de los que hicieran esa entrevista.
Se fue a recoger al pequeño Gabriel, se miró en el retrovisor, vio su semblante e intento sonreír. Buscó su móvil y vio que tenía un whasttpat donde le decía que llevaría a Gabriel al parque toda la mañana, que después lo dejaría  en su casa por la hora del almuerzo, gracias a eso Agatha tenía toda la mañana para arreglar un poco su piso. Aunque no era muy grande Gabriel ya movía todo y estaba recogiendo todos los juguetes.
A mediodía Soledad y Gabriel llegaban muy animados
Almorzaron juntas, el pequeño Gabriel después del almuerzo se quedó dormido del cansancio, y  ya en la cocina lavando los platos Soledad se acercó a Agatha, y la miró fijamente.
- ¿Qué tienes amiga?, No me has contado nada sobre la entrevista.
- Fue bien, creo que tengo posibilidades que me den el trabajo.
-Que bueno, entonces ya casi tienes trabajo.
-Imagino que sí.
Cuando termino de decir esta frase, escondió su rostro para que su amiga no la viera llorar. Pero Soledad conocía perfectamente a su amiga.
-Cuéntame todo -le dijo muy seria.
Agatha no pudo aguantar más y comenzó a contarle a Soledad como había sido esa entrevista.
- Ese hombre me dijo que había visto mi currículo y que mi foto le gustó mucho, por eso me seleccionó, cada vez que  hablaba se acercaba más a  mí, me hablaba  por detrás de la oreja, muy bajito, casi como susurrando, me ponía muy nerviosa, yo estaba  sentada y él me dijo que caminara unos pasos, para verme, yo hice lo que me pedía, se sentó en el filo de su escritorio, y desde ahí me contemplaba, luego se volvió a acercar y me dijo que le gustaba que su personal femenino, sea muy colaborador con él, que el trabajo estaba muy bien remunerado por lo que muchas mujeres deseaban este  empleo. Me decía que tenía suerte que él se hubiera fijado en mi fotografía, que yo tenía una carita muy dulce, que fácilmente podría colocarme en las oficinas centrales, donde estaría más cómoda, y tener más beneficios extras.
Soledad estaba cada vez más indignada con lo que le estaba contando, Agatha estaba avergonzada, los ojos vidriosos, y siguió relatando como el hombre la había convencido.
-Yo tengo necesidades, tengo que dar de comer a Gabriel -dijo con lágrimas en los ojos, era una buena oportunidad para comenzar un trabajo.
Soledad que intuía que algo más había pasado, la abrazo y le dijo.
-No tienes que trabajar ahí, no vayas más a esa empresa.
Agatha le siguió contando como ese hombre cada vez se le insinuaba más, se acercaba ella y permitía que él la tocara. Comenzó tocándole las manos, ella temblaba, pero necesitaba ese trabajo. Él se aprovechó de su condición de poder, para coaccionarla, ella solo se dejaba manosear por él, dándole asco su olor a tabaco, sus manos regordetas friccionándolas y el sudor chorreándole por la frente, su perfume se mezclaba con el olor de sus axilas, y Agatha, que ya no soportaba más, le dijo que parase.
Soledad en silencio y con los ojos abiertos… preguntó; ¿Y qué pasó entonces?
-No paró, no se detuvo, me dijo que no podía hacer que él se excitara conmigo y luego dejarlo así. Me agarró las manos fuertemente y me llevó a otra habitación, yo no sabía si gritar, no sabía ya que hacer, me metió en el cuarto de los archivos, la puerta era de hierro, muy gruesa, cerró por dentro y me violó, y yo me dejé, por miedo al escándalo. Mientras me violaba, me decía que el trabajo era mío, que yo sería suya siempre que él quisiera, que me dará todas las horas disponibles que quiera para cuidar a mi hijo, que tendría una bonita oficina. Y cada vez que me penetraba me seguía ofreciendo más cosas. Me amenazaba diciendo que no solo él quedaría mal, sino que se encargaría que nadie me diese trabajo en ninguna empresa, que acabaría con mi reputación.
Cuando terminó de decir esto, no aguanto más, y lloró como una niña acurrucándose en el regazo de su mejor amiga, que no dijo nada, solo la consolaba, sin decir palabra alguna.
Después de  casi 6 meses, Agatha estaba  contenta, su situación económica había mejorado, tenía a su pequeño Gabriel en una guardería cerca al trabajo, como le había prometido aquel hombre, siempre que deseaba salir de trabajo, por cualquier tema relacionado  con su hijo,  se lo concedían. Estaba instalada en su nueva oficina, el precio a pagar por toda esa comodidad parecía ya no importarle, cuando llegaba su jefe se erizaba   por completo, temblaba como un arlequín y le daban punzadas en la nuca, un escalofrió recorría su medula espinal, hacía mucho tiempo que no lo había visto, ya habían pasado 2 meses desde la última vez que él hiciera uso de sus derechos con respecto al pacto que tenían. Esta vez él venía alterado, al parecer los negocios no marchaban bien y habían tenido complicaciones con las ventas, la miró y dijo:
-Esta vez quiero que me acompañes a un hotel -le acercó una tarjeta y se marchó.
Eran las 9 de la noche, ella estaba en el bar del hotel esperándolo, llevaba puesto un vestido rojo, maquillada sutilmente, cuando apareció su jefe, lo que a ella le sorprendió es que no estuviera solo, estaba con él un hombre alto, algo mayor bien vestido, ella se quedó helada al verlo, sentía que le subía la sangre a la cara, los tres cenaron en el hotel, ella pensó que solo era una cena de negocios, y así parecía. Durante toda la velada comentaron la posibilidad de iniciar los negocios con una empresa alemana que representaba ese hombre, ella solo sonreía sin dar opiniones, su papel en ese momento era de brindar acompañamiento y mostrarse dulce y bella.
El hombre se levantó de la mesa se fue al baño, y su jefe aprovechó para comunicarle lo que ahora tendría que hacer.
-Es importante que este hombre firme con nosotros este contrato, mejorará enormemente las ventas, y tendremos una sucursal en Alemania. ¿Qué te parece? -le preguntó.
-Si, muy bien, me parece fantástico -dijo ella, algo tímida.
-Esta noche debes tratarlo muy bien -dijo él.
A Agatha le cambió el semblante, lo miró y negó con la cabeza.
- NO, no puedes hacerme esto.
Él la volvió a mirar y le dijo:
-Que más te da, un hombre que otro hombre, mañana verás como no ha pasado nada. Acaso me vas a decir que lo haces conmigo por amor…Esto es un negocio como lo es tu pacto conmigo… el pequeño Gabriel ya tiene edad para ir al colegio, y no quiero que su madre se quede sin trabajo -se levantó de la mesa e insistió- no olvides tratarlo bien, mañana me llamará para firmar ese contrato. Eres muy guapa.
Y se fue, dejando a Agatha sentada en la mesa.
Al día siguiente su hijo Gabriel estaba a su lado en la cama, jugando con su dinosaurio mientras ella lo miraba, no quería pensar en lo había hecho, no tenía ganas de levantarse de la cama, ni deseaba atender a Gabriel, quería quedarse en la cama todo el día, agarró su móvil y llamó a su amiga, como siempre Soledad acudía a ella cuando Agatha la necesitaba.
-Hola Soledad, no me siento bien, podrías llevarte a Gabriel todo el día, estoy enferma.
Cuando llegó Soledad la miró con mirada acusadora, no quería decir nada, veía en la mirada de Agatha mucho dolor. Agarró la mochila de Gabriel y le dijo:
-Vámonos nene, dejemos a la mami descansar -la miró y le dijo muy bajito- ¿Cuándo acabarás con esto?
Sabía muy bien que Soledad tenía toda la razón, ya era demasiado, tenía que ponerle fin, estaba decidida, dejaría el trabajo si fuera necesario. Con la decisión tomada empezó a mirar nuevas ofertas de trabajo, pero nadie le ofrecía todos los beneficios y comodidades a las que se había acostumbrado
Ese día, lunes, fue la primera en llegar a la oficina, cosa que era habitual, pero esa mañana algo era diferente.
Cuando entró a la empresa, vio que había mobiliario nuevo, los viejos muebles de la oficina los estaban subiendo al camión, ahí estaba Juan Cisneros, su jefe, en cuanto la vio, se acercó, la agarró del brazo y le dio una palmada en las nalgas. Ella se quedó inquieta estaban los hombres de la mudanza, se sorprendió que  Juan le diera esa palmada.
-Te felicito, ha quedado tan complacido que ha mandado todo esto para ti, me acaba de llamar y me ha pedido que te dijera que eres fabulosa. Vendrá a firmar los contratos, ya podemos hablar de un ascenso Agatha. ¿Qué te parece Coordinadora Protocolar en Asuntos Exteriores? Suena muy bien
Agatha se quedó de una pieza sin saber cómo reaccionar.
-Tranquila mujer, yo confió que saques adelante tu trabajo, además eres muy buena en lo que tú ya sabes, ya veo a los socios de Japón y EE. UU firmando contratos con nosotros. Además, tu sueldo se incrementará un 20 %, es una importante cifra, más beneficios por viaje puesto que viajarás mucho, visitarás nuestras otras empresas en toda la península. Y si deseas de vez en cuando podrías llevar al pequeño Gabriel, si mientras trabajas lo cuida una niñera. ¿A qué es fantástico?
Agatha llena de furia en la mirada se acercó a Juan Cisneros y sin decirle palabra alguna le dio una cachetada, luego con lágrimas en los ojos, le dijo:
-No soy tu puta, no aceptaré este trabajo, y no volverás a tocarme ni a coaccionarme. Eres un asqueroso desgraciado que he permitido que me manipulase, te a provechaste de mi condición económica para degradar mi dignidad, me has humillado, me has denigrado y ni siquiera puedo decirte que te voy a denunciar.  Acepto mi culpa, pero a partir de hoy, nunca más me volverás a tocar, si lo haces, te juro que no me va importar nada y contaré todo a la policía.
Salió corriendo de la empresa y ese día ya no volvió más.
Pasaron unas semanas, Agatha seguía en su puesto, en su oficina, ahora decorada con un estilo más moderno, y Juan Cisneros no había ido a molestarla, ni le había vuelto a decir nada, ya no se dirigía a ella, Agatha comenzó entender que su situación laboral había cambiado.
Ahora siempre tenía mucho más trabajo sobre su escritorio, tenía que entregar informes, hacer balances, los cuales se los exigían en menos tiempo, ya no le concedían tiempo libre para ir a ver a su hijo, en definitiva todos sus privilegios habían desaparecido, le descontaban la mínima tardanza, y su salario demoraba en ser ingresado hasta en 15 días, aun así, ella seguía buscando alguna otra oferta para poder dejar ese trabajo. Había ido a unas entrevistas, pero al parecer Juan Cisneros, daba cuenta de ella en cuanto le pedían de detalles de su trabajo.
También en la empresa Agatha podía sentir las miradas y las risas a sus espaldas, los demás compañeros se empezaban a burlar de ella, las mujeres eran las más crueles con ella, se sentía sola, sin amigas ni compañeras, sentía que todos estaban en su contra, para la hora de comer lo hacía siempre sola, todos los demás preferían ir a otro bar, y cuando la veían llegando, se retiraban.
Estaba cansada de la situación, se había convertido insoportable, pero al menos ya ese hombre, no volvería a tocarla.
Una noche cuando se quedó a terminar un informe, salió muy tarde, y cuando ya se  iba a su casa, vio a Juan Cisneros, se escondió en su oficina, para que él no la viera, pero no estaba solo, una mujer estaba a su lado, por lo que los observó sin que ellos se dieran cuenta de su presencia, y vio como él le metía mano, le levantaba la falda, mientras ella solo se dejaba, sin decir palabra alguna.
Era como verse a sí misma, cuando fue la primera vez, no sabía si interferir, no sabía qué hacer, sabía perfectamente como acabaría, pero calló, aguantó la respiración, y se fue por la puerta de emergencia.
Al día siguiente mientras ella seguía con sus problemas diarios veía como la nueva, era consentida con privilegios que antes era de ella, miró a su alrededor, y vio como sus compañeras la miraban con miradas acusadoras, bajo la cabeza,  entendió que todos ahí sabían perfectamente cómo se habían ganado esos privilegios, que todos ahí sabían lo que ese hombre les hacía en la intimidad y sintió vergüenza.
Ese mismo día cuando salió al bar a comer, se encontró a la nueva sentada sola, todos los demás le hacían lo mismo que a ella, se compadeció de su situación y quiso hablar con ella. Sin decirle nada acerca de lo que estaba pasando, se sentó a su lado, e intentó ser su amiga, al menos ella no comería sola ese día.  Así cada día, Agatha fue conociendo a Susana, se hicieron buenas amigas hablaban de todo, menos de Juan Cisneros, ambas parecían no querer tocar ese tema, aunque Agatha sabía muy bien lo que pasaba.
Un día llegando al trabajo, dando mil vueltas para aparcar, ya no tenía el privilegio de aparcar dentro así que estaba dando vueltas y vueltas, un coche salía, pero Agatha ya llegaba muy tarde, le descontarían pensó, estaba nerviosa, así que en lugar de esperar que el otro coche saliera, piso el acelerador, y sin querer, le dio por detrás.
El choque fue fuerte, Agatha se quedó sentada en su coche sin saber qué hacer. El otro conductor se bajó, se acercó a Agatha.
Él ya la había reconocido, pero Agatha no se dio cuenta que era aquel hombre hace 1 año, el día de la entrevista.
-Discúlpeme contactaré con mi aseguradora enseguida. Si me da sus  datos…
- Tranquila no fue nada.
Agatha se fue dejándole su tarjeta para que la llamara, ya tenía demasiados problemas en el trabajo, cada día tenía nuevas novedades y estaba cansada, su jefe se las arreglaba para hacer que su trabajo fuera un infierno, y ella lo sabía perfectamente, no sabía cuánto tiempo podría soportar esa situación, encima los demás compañeros del trabajo cuando la miraban, se le insinuaban, o se burlaban de ella haciendo bromas obscenas, se sentía atormentada, cuando va a parar pensó.
Cuando por fin llegó a su oficina, encontró una notificación de despido, por reiteradas faltas injustificadas, que eran de fechas anteriores cuando ella aún era la amante de Juan Cisneros, con ese despido no tendría derecho al paro, su mundo se le vino abajo.
Fue derecha a la oficina de Juan, todos los demás en la oficina la seguían con la mirada, entró hecha una furia y empujó la puerta de una patada, estaba realmente iracunda, el sillón de Juan estaba de espaldas con la vista hacia los cristales. Ella enfurecida, se acercó con fuerza, dio vuelta al sillón y ya tenía preparada la mano para lanzarle a Juan una bofetada, cuando el sillón termino de voltearse se paralizó al ver que quien estaba sentado en el sillón, no era Juan, era…
-¡Tú! ¿Qué haces aquí?  -dijo- No entiendo que haces tú aquí, pero dime que está pasando. ¿Dónde está Juan?
Se puso en pie, la miró y con calma le explicó.
- Juan no podrá volver a hacerte daño. He sido yo quien te ha extinguido ese contrato, Agatha sé que aún no me conoces y no confiarás en mí, pero yo te prometo que aquí nadie se volverá a burlar de ti.
Agatha no sabía que decir bajo esa mirada, estaba muy nerviosa, se sentó y empezó a temblar, no quería ni mirarlo a los ojos, apenas balbuceaba.
- Pe pe, pero…
Él comenzó hablar.
-Te conocí hace un año cuando saliste de una entrevista de trabajo, quizás no me recuerdes, te ofrecí fuego, te vi muy nerviosa, ya teníamos una denuncia anónima contra Juan Cisneros, pero no podíamos actuar hasta no reunir pruebas suficientes. Desde ese día estoy detrás de él, juntando pruebas, adjuntando toda la información posible para poder sustituirlo, y hace unos días una mujer volvió a llamar, contó todo cuanto este hombre le había hecho hacer, su situación es muy crítica y está siendo atendida.
- ¿De quién hablas?
-Susana nos llamó, él la golpeó porque ella se negó.
Cuando escuchó esto, no pudo más y se puso a llorar
José se acercó a ella y le ofreció un pañuelo.
-Cálmate, estoy al tanto de todo cuanto te ha hecho a ti.
Agatha lo miró con vergüenza.
- Lo sabes, ¿cómo lo sabes?
-Teníamos que reunir pruebas por lo que decidimos colocar cámaras ocultas por toda la empresa, y el representante de Alemania, es nuestro hombre, por eso no te pidió nada, solo teníamos que comprobar si tu participación era voluntaria, si estabas confabulada con él.
-Por eso aquel hombre no me tocó en toda la noche, y no insistió ni me obligo a nada, por eso solo me acompañó a mi casa, pero porque al día siguiente envió todos esos regalos.
-No fue él, fuimos nosotros para que Juan no sospechara que no había pasado nada en el hotel. Agatha tendrás que denunciar a ese hombre, si no nada podemos hacer. Ahora está destituido, por el momento, pero lo que te hizo a ti, se lo ha hecho a otras mujeres, y nadie denuncia, por eso no podemos pararlo, siempre se libra.
Agatha negó con la cabeza: No, no puedo denunciarlo, yo también acepté ese trato de favor, me beneficié de esa situación.
-Pero estabas siendo coaccionada, nadie debe hacer eso, nadie debe tratar así a las mujeres, ayúdame. Ayúdame a encerrarlo, pero solo tú puedes decidir qué vas hacer, este fin de contrato es para hacerte reflexionar.
-No me despidas por favor.
-No te voy a despedir Agatha, pero tenemos que renegociar tu nuevo contrato. Te enviaré a otra oficina, el horario será de menos horas lo que quiere decir que ganarás menos, lo que ganabas no era lo correcto. Si no lo aceptas, te hará un despido por fin de contrato, para que puedas acudir a la oficina de empleo.
Agatha lo miro y le preguntó si lo del accidente de coche también estaba dentro de esta trama, a lo que él especificó que ese golpe no estaba pensando, por tanto, tendría que pagar la reparación de su coche.
José sonrió y Agatha, por fin, se reía con ganas después de mucho tiempo. Él se acercó a ella y le dio la mano.
- ¿Qué dices, aceptas trabajar conmigo?
-Hoy es viernes, puedo pensarlo hasta el lunes  y volvió a sonreír hecho que provocó que se le formara un hoyuelo en el rostro y esta vez tenía la mirada iluminada, estaba contenta- Quisiera estar este fin de semana con mi pequeño y mi mejor amiga, creo que les debo un finde de vacaciones. Y ya el lunes si aún deseas trabajar conmigo, me reincorporaré.
José la miró y le hizo un gesto de complicidad.
-Piensa todo lo que te he dicho Agatha, Juan Cisneros no puede quedar impune ahora tú tienes la solución y no estarás sola, aunque él diga lo contrario yo creo en ti y juntos acabaremos con este tipo de personas que solo se aprovechan de la condición de poder que tienen sobre los demás.
Agatha lo miro y dijo muy bajito:
-Quizás la que salga mal librada sea yo, él tiene dinero, buenos abogados, y yo no tengo nada. Tengo miedo y vergüenza, tengo pánico a todo lo que se me viene encima, no solo puedo pensar en mí, tengo un hijo y algún día se enterará que su madre se vendió.
-Lo entiendo, no volveré a pedírtelo.
José la dejó tranquila, y salió de la oficina para que pudiera calmarse y se tomase un tiempo para reponerse.
Pasaron casi 6 meses, Agatha estaba tranquila, es verdad que el suelo era mucho menos, que no tenía privilegios ni mucho menos, pero se sentía por fin que encajaba, sus compañeros de trabajo la estimaban y nadie sabía nada de lo que ella había pasado. Parecía que todo estaba marchando bien, cuando vio el periódico, estaba la fotografía de Juan Cisneros y otra vez volvía el miedo que solía tenerle, no podía ni siquiera leer el periódico, Salió corriendo del bar, estaba sudando frío, temblando y algo contrariada, no quería saber nada, pero la curiosidad fue mayor, así que se dirigió a la oficina del administrador, sabía que ahí encontraría el periódico, y lo leyó. Cuando termino de leerlo, se puso a llorar.
Todo había regresado otra vez a su vida, nuevamente los temores, las sensaciones de pánico, pero esta vez no podía escapar, esta vez tenía que tomar una decisión, tendría que enfrentar su pasado, y sabía que todo cambiaría, que volverían las miradas, los chismes a sus espaldas, las bromas obscenas, que volvería a estar presa del pánico y las pesadillas, pero ya no podía escapar de ninguna manera de su destino, tenía que asumir sus responsabilidades, y esta vez no daría la espalda a Susana.
En cuanto entró su jefe, ella muy temerosa empezó a contarle todo cuanto había vivido, desde el primer día de la entrevista, no lo miraba a los ojos por vergüenza, poco a poco iba relatando su encuentro con Juan Cisneros, sus ocasionales encuentros en la oficina, y le confesaba con lágrimas en los ojos que ella era culpable de esa situación, hasta que un día no pudo más y puso fin a esa relación de poder que el ejercía sobre ella, contó también como la habían tratado los  compañeros  de esa agencia, y como había visto a Susana ser tratada por ese hombre, como la mujer estaba también en situación de vulnerabilidad, que era verdad  lo que ella contaba, que ahora él se encargaba de desprestigiarla, y que esa misma suerte  correría ella si denunciaba a Juan, por eso motivo, no quiso hacerlo en su momento.
Entonces levantó la mirada y miró a su jefe a los ojos y le dijo:
-No me esconderé más, por eso quiero pedirle unos días, tengo que intentar ayudar a Susana, no la dejaré sola.
El jefe después de escucharla, se puso a su lado y le dijo:
-Eres una mujer valiente, cuenta conmigo, cuenta con todos tus compañeros, siempre te hemos invitado a quedarte a nuestras reuniones, recuerdas.
-Sí, pero pensé que eran reuniones sociales. Por eso no nunca me quedaba.
-Quédate esta tarde, luego del trabajo, te vas a sorprender.
Más tranquila siguió trabajando hasta las 7 de la tarde, cuando todos ya se fueron, ella esperaba en el ascensor a su jefe.
Bajaron al sótano, nunca había estado ahí, era una sala de reuniones, casi todos sus compañeros estaban ahí, sentados esperando al jefe.
Cuando él llegó, inició la reunión y dio la bienvenida a Agatha, todos se presentaban, una mujer que ella apenas veía en las oficinas, porque era la jefa de planta y siempre la veía muy seria, se levantó y habló.
Agatha -le dijo-, soy Marcela, y antes de trabajar aquí, fui prostituta, no me da vergüenza decirlo, mi vida ha cambiado desde que José me ayudó a salir de mi situación, ahora estoy agradecida y puedes contar conmigo siempre, no estás sola.
Se levantó un hombre que siempre veía en información.
-Agatha, yo antes era drogadicto. Maltrataba a mi mujer, quería quitarme la vida cuando huyó de mi lado… he pasado 2 años en la penitenciaria, jamás me voy a perdonar todo el daño que le hice a ella y a mis hijos, pero me están ayudando, ahora trabajo, y aunque nunca los recupere, sé que están bien y eso me llena de alegría, conmigo también puedes contar, no estás sola.
Agatha sintió vergüenza por haber pensado que sus compañeros tenían una vida fácil. Agradeció y pidió la palabra, para poder relatar su caso…. Pasado un tiempo ya no lloraba, se sentía fuerte, se sentía acompañada, sentía que había liberado su alma de una carga muy pesada, que la oprimía, cuando terminó de hablar todos la abrazaron, se juntaron y se dieron un abrazo en grupo.
-Voy a hacer lo que debí hacer desde el primer día, voy a denunciar a ese hombre.
Todos aplaudieron, en la puerta del salón estaba alguien conocido para ella, mirándola con alegría por la decisión que había  tomado. Era José, que le sonreía suavemente, lo había llamado el jefe de Agatha, ella en cuanto lo vio se abrió paso entre sus compañeros y se acercó a José, cuando estuvo a su lado le pidió que la perdonase por un haberse decidido antes.
-No, Agatha mírame, nadie puede decirte que debes hacer, eres tú quien tenía que tomar esa decisión, yo no podía obligarte a nada.
Le dio un abrazo, que para ella fue de amistad y de cariño. Sentía que tenía mucho que agradecerle y a hora sabía perfectamente cómo hacerlo.
-Lo voy a denunciar, Susana no está sola, la voy a apoyar en todo, para que este hombre no vuelva hacer más daño a ninguna otra mujer.
No más...  repetía una y otra vez, no más… mientras  todos sus compañeros aplaudían.    


FIN

domingo, 17 de julio de 2011

Nuestro juego de seducción




Hoy quiero complacerte, así que esta noche me tendréis solo para ti y te hare cosas que jamás te han hecho amor mío, hoy serás mía en la eternidad.
Con estas palabras me sorprendió mi novio, muchas veces me imaginaba juegos eróticos.
Pero nunca los había podido hacer realidad, y siempre me sonrojaba un poco al oír como una compañera de trabajo, nos relataba cada día a hora del almuerzo, todos los encuentros con su enamorado , la oía en silencio, y hasta mordisqueaba el filete con ansiedad ante tales relatos, tengo que reconocer que su forma de dejarnos entrar en su intimidad me impresionaba un poco, pero no era la única, sentía un ambiente conmocionado entre las compañeras de trabajo, claro que cada una tenía su forma de expresarlo y hasta opinábamos, pero no podría decirse que éramos expertas en la materia, que lo único cierto es que todo cuando contaba Katherine nos hacia sucumbir el espinazo.
Esa noche intente cambiar la rutina, era hora de mostrar un poco mas de interés en la relación con mi novio, al menos el había dado el primer paso, con esa frase, que no me la esperaba yo, así que esta vez a la hora de almorzar, pediría consejo a nuestra hermosa Katherine, que para todos nosotras era como la diosa del amor, la maestra en las artes del erotismo.
Katherine como siempre se disponía a contarnos una más de sus aventuras de alcoba
_cielo…………. dije casi con voz temblorosa
_si, que sucede. Me respondió Katherine
_es que… necesito un consejo, quisiera sorprender esta noche a mi novio, es nuestro segundo aniversario, y quisiera vivir una de tus experiencias, pero soy demasiado tímida.
Me miro con una de esas miradas picarescas, y me dio una palmada en el culete, y soltó una sonora carcajada, y compartió con todo el grupo, mi inquietud.
Desde luego que sí, mi querida amiga, no se hable más, pero primero nos iremos de shopping, es necesario, Jajajaaja
Con estas palabras acto seguido, dejamos el almuerzo para otro día, y nos fuimos de compras,
Mis amigas colaboraron para comprarme un camisón de seda, con un juego de lencería muy fina, que no podría costearme yo, pero que ellas, decidieron que ese sería mi regalo y me deje mimar por las amigas que desde hace 1 año compartía mi vida y ellas conmigo todas sus experiencias.
Bueno los consejos que me dio Katherine los pondré en acción en cuanto entre mi novio por esa puerta menuda sorpresa que se llevara.
Lo esperaba ya, con la cena sobre la mesa, con las velas, y la chimenea encendida, un postre de fresa y nata, y helado de vainilla, yo con ese exquisito perfume francés que me regalo Adelita, me sentía muy sensual. Me veía al espejo y parecía que no era yo misma, antes había pasado por la estilista y me había hecho un peinado muy especial, creo que estoy perfecta, esta noche mi novio no me reconocerá, pero no solo quería cambiar, mi aspecto, si no también mi recatada forma de ser, había sido criada en colegio de monjas y me era difícil saber expresarme, y en todo este tiempo, mi novio ha sido muy complaciente conmigo, y sabido entender mi forma de ver el amor, hemos hecho el amor, desde luego, pero de una manera muy recatada, pero esta vez, quería sorprenderlo.
Sentí que ya estaba subiendo las escaleras, y podía sentir mi corazón acelerase, las piernas me temblaban, y sentía un frio recorriendo mi columna vertebral, entonces pensé, que debería ir a cambiarme de ropa, aun estaba a tiempo, antes de que me vea así.

Pero en mi intento de huir, algo paso, me resbale con el camisón de seda, sentí que caía no podía detener mi caída, y solo me limite a descender hasta que mi cabeza crujió en un estruendo contra un jarrón de porcelana china que era un recuerdo de mi abuela, lo que vi después fue una luz radiante una luz que me iluminaba desde adentro del cuerpo, entonces entendí que estaba muerta…
O quizás no, no lo sé bien, pero lo que viví después aun es confuso en mi cabeza.
Me veía a mi misma correteando entre paredes de hojas y enredaras silvestres, estaba feliz, sentía una felicidad inmensa, que me llenaba el alma, no había más dolor, todo era diferente.
_Aquí estas, pequeña traviesa.
_Sir Henley por favor, suélteme.
Reía como una adolecente, repare en mi atuendo, vestía un corcel con corpiño ajustado tanto que veía como mis senos se tornaban redondos y duros, luego unas faldas amplias de seda verdad con enaguas de algodón de paño crujiente, que podía oír cada paso que daba como crujía debajo de mis nalgas , y me sorprendía como podía yo, cargar todo esa vestimenta, aun así mire por primera vez al hombre que me tenía entre sus brazos, sus fuertes brazos y su color dorado que le proporcionaba el sol incandescente que nos fulminaba a los dos, me levanto sin mucho esfuerzo, como si fuera yo una muñeca de trapo en sus manos, no opuse resistencia alguna, sonrió con delicadeza, echo la cabeza hacia atrás y me llevo dando vueltas y glorificando ese momento, como si nada en el mundo fuera más importante que tenerme en sus brazos, sentí su calor, un pecho vigorizante y duro era mi almohada para apoyar mi cabeza y dejarme llevar su aroma me fascinaba su aliento a fresca menta me invitaba a querer besar esos labios, pero aun no quería hacerlo, pensaba que si lo hacía, despertaría, porque eso tenía que ser un sueño, el mientras ese hombre recorría todo el jardín conmigo en sus brazos, llevándome como si fuera yo su trofeo personal, vi pasar por mi lado, hombres que lo saludaban y sirvientes que le hacia un ademan de saludo inclinando su cabeza, y a mí también, al que yo correspondía con el mismo saludo, sin esperar más me subió casi volando a sus aposentos, y con una voz varonil y segura, ordeno que nadie por ningún motivo, interrumpa nuestra intimidad, hasta al día siguiente, e indicaba que todos podían tomarse la noche libre, que era hora ya de retirarse a sus cuartos.

Entramos a una habitación grande con una cama en el centro y una ventana inmensa que daba justo al jardín en el que había estado, era un laberinto hecho a base de arboles pinos, finamente tallados, algunos en figuras de animales, me volví a mirar aquel hombre, esta vez pude ver sus ojos de un color verde esmeralda, con una mirada profunda como si quiera atravesar con la mirada hasta mi corazón, me deslizo con suavidad a la cama que tenia sabanas de seda en un tono rosa pálido por fin se incorporo y mi miro con deseos desmedidos, mi corazón empezaba a latir más de prisa, mi pecho subía y bajaba como si hubiera corrido una maratón, pero solo me limitaba a mirar sin ni siquiera querer decir palabra alguna, solo él decía unas palabras que me inquietaban en el alma misma.
Oí decir unas palabras en perfecto francés, mocheri, j´te ame
Entonces él se arre costó a mi lado empezó a besar mis labios que los correspondían, en un beso apasionado sentía como sus labios gruesos se comían los míos y todo su cuerpo oprimía más el pecho ya estaba encima de mí, pero me gustaba estar ahí bajo de su pecho rodeada sus brazos, sintiendo su melena caerme por la cara y su lengua jugando con la mía sus manos empezaron a explorarme sin ni siquiera pedir permiso era como su yo le perteneciera por completo bajo las manos y trato de llegar a mis piernas pero era tanto el vestido y las enaguas que se lo impedían, entonces desistió, y busco con la otra mano mis pechos, que estaban rebosantes dentro del corcel, mientras me enloquecía con sus besos y sus manos me recorrían con fuego que provenía de su interior, un calor tan inmenso que me sofocaba, pero no quería escapar al contrario quería seguir jadeando y experimentando esa sensación que me hacia sacudir la cabeza buscando sus labios su pecho quería ser yo quien lo hiciera sucumbir ante mis caricias, un éxtasis de desenfreno y placer me recorría por dentro y quería más y más de esos labios, de ese cuerpo y esa forma de amar.
Henley me había llenado de besos cálidos húmedos y los más tiernos que jamás sentí, pero la velada aun comenzaba, se levanto de pronto, mirándome y echando risas, carcajadas que retumbaron en toda la habitación, mis risas también se unieron a las de él, luego me dijo con voz firme.
_ Amada mía, te amo tanto, eres la razón y el centro de mi universo.
Acto seguido salió de la habitación, me preguntaba por qué se abría ido, acaso no lo besaba bien, pero me había dicho amada mía, eso me tranquilizaba, quizás se olvido de algo, aproveche que había salido de la habitación, para ponerme más cómoda, me quite el vestido y descubrí que en la otra puerta de la habitación había una bañera, con agua caliente y toallas agua de lavanda y aromas florales, claro por eso se ha retirado pensé, quizás debo darme un baño.
Estaba complacida con esa bañera era enorme me sumergí totalmente desnuda con el cabello recogido, comencé a rociarme con el agua de flores y lavanda, pronto la espuma empezó a salirse de la bañera, me estaba dando un baño estupendo, cuando oí que Henley regresaba me vería ahí desnuda, me ruborice, el entro a la habitación trayendo consigo una bandeja llena de ricos manjares, una garrafa de vino y dulces bocaditos salados y frutas como uva, dátiles, y en costado de la bandeja una hermosa rosa roja, que desprendía u exquisito aroma, al verme en la bañera, se saboreo los labios como si hubiera visto un filete de carne, y con esa mirada complaciente y cariñosa y soñadora me mando un beso volado, que parecía que hubiera podido volar atreves del cuarto y llegar a mi porque hasta me estremeció, tanto que las piernas comenzaron a temblarme bajo del agua, sabía lo que a hora pasaría, pero aun no quería decir ni una sola palabra, por temor a que si decía algo el sueño se esfumaría y despertaría.
El se acerco a mí con una inmensa toalla, me dio la mano para poder salir de la bañera, me puse de pie frente a él, y admiro mi cuerpo por completo, me la puso con cuidado como si yo fuera de cristal y acto seguido me volvió a cargar con tanta ligereza, que parecía yo una pluma entre sus fuertes brazos, nuevamente me lleno de besos esta vez logro besarme el cuello y lamia mis oídos que lograban provocar en mí una excitación mayor, pero me dejo suave en la cama y me acomodo el cabello con tan delicadeza que me sentí tan minada como un bebe, luego camino de espaldas a mí, y pude ver su espalda amplia y sus muslos gruesos y perfectos, sus nalgas se pegaban a sus pantalones, era una maravilla verlo caminar de espaldas a mí, aunque me gustaría verlo sin ropa, mis pensamientos me hicieron ruborizar, que me cubrí un poco, para no verme tan indecorosa, cuando nuevamente su voz grave volvió a romper el silencio y me dijo.
_estas muy calladita monchery, pero me gustas como quieras estar, te serviré este vino que se que te encanta.
Mi voz quería responderle pero no sabía bien mi posición a su lado, no quería asustarlo cuando le dijera que no lo conocía, así que solo quise ser receptora de todo lo que él dijera.
_gracias.
Dije esa palabra casi con miedo pero no desperté, el se volteo al oír mi voz y me guiño un ojo de forma tan picaresca, que le sonreí y me mordisque los labios.
Tan pronto tuvo las copas de vinos volvió a mi lado, esta vez me invitaba a beber con él, siempre sin quitarme ojo de encima, luego de beber me recogió la copa y la volvió a dejar en la bandeja, luego se fue a la otra habitación, y empezó a desnudarse, yo me apresure a secarme el cuerpo y buscaba en los cajones algún camisón para poder ponérmelo y cubrirme un poco, pero en cuanto estaba de espalda Henley me rodeo con sus brazos, sentí su cálido cuerpo a mi espalda, entonces supe de inmediato que estaba desnudo, no solo sentí su calor también note su pene duro contra mis nalgas, claro que yo era más bajita así que logre sentirlo muy cerca casi del pecho, estaba ahí, con este hombre totalmente desnudos ambos mirándonos con ganas de dar rienda suelta a nuestros deseos, así que esta vez sentía que ya quería todo y gozar a su lado. Empezó a besar mi nuca bajando por mi espalda sus manos acariciaban mis senos que se mantenían firmes y los pezones endurecidos mi respiración más agitada y con mi voz quebrada le dije.
_me gustas.
Sentí entonces su lengua lamiendo nuevamente la nuca, subiendo nuevamente por mis oídos, y suavemente me iba girando hasta llegar delante de él, busco mi nariz besándome con suavidad y revoloteando sus dedos en mis cabellos lisos cogiéndome con manos cálidas y gruesas buscando esta vez mis caderas, y besándome a hora los senos jugando con mis pezones como si fueran capullos llenos de néctar y el bebiendo de ellas, sus manos a hora acariciando mis piernas, era todo un éxtasis y quería besarlo de igual forma, así que de una vez no perdí más tiempo, con mis manos lo acariciaba, sus bellos en el pecho, me alocaban quería morderlo le besaba los pectorales, con frenesí, ambos nos comíamos como animales salvajes, que se aparean con frenesí, así mismo estábamos los dos, envueltos en un éxtasis de pasión besándonos tocándonos con propiedad como si uno le perteneciera al otro, así hasta que retrocedimos sin despejarnos hasta la cama, donde el termino echado y yo encima de él, me coloco encima de su cadera de modo que veía mis pechos casi cerca de su cara, con solo sacar la lengua podía seguir chupándolas, lamiéndolas como si de eso dependiera su vida, mis cabellos cubriéndole la cara, sonriendo extasiado feliz enajenado me miraba con fulminante felicidad, yo que respiraba con dificultad lo miraba con ternura con un sentimiento que jamás había experimentado, no quería despertar jamás, no quería perder esta dicha que me proporcionaba, y complacida lo besaba me empecé a deslizarme hasta su pecho, lamiéndolo mordiéndolo muy suavemente, paseando mi boca por su ombligo un estomago duro de tantos ejercicios, me imagine ese hombre ejercitando todo su cuerpo era musculo, hasta el abdomen lo tenía bastante endurecido, lo que me hacia enloquecer más y más, hasta que logre llegar a sus genitales, su pene erecto perfecto esperándome, y luego sus muslos sus piernas hermosas doradas por el sol, con bellos suaves y delicados como plumas me aferre al pene como un mástil, y empecé a lamerlo cual si fuera un helado sabroso que tenía que terminar antes de que se derrita, sus manos a hora acariciaban mis cabellos que me hacia excitar más y más, oí un pequeño gemido en cuanto chupe ese pene era él mi amado gozando con mis labios, levante la vista para contemplar aquella maravillosa realidad y gravarlo en mi cabeza, lo veía con esa mirada fulminante a hora su brillo se había tornado color del sol, sus ojos ardían de placer y enloquecían ante mis juegos, que no dejaba de estremecerlo con cada chupada que le daba, me sabia tan rica saborear su ser mismo, desprendía de su polla, unas gotitas que las recogía con la punta de la lengua, y parecía ambrosia néctar del más sabroso mangar, entonces él me acerco con suavidad , esta vez quería ser él quien me diera ese placer, y de un vuelco, logro colocarse el encima de mí, sus manos recorrían sin cesar mis caderas mi senos mi vientre, ya no sabía donde terminaba mi cuerpo y donde empezaba el suyo, estábamos tan unidos que nuestros cuerpos se hicieron uno solo, el conocía perfectamente cada poro de mi piel cada peca, cada milímetro de mi cuerpo era recorrido por sus labios que me trastornaban en torno de un placer febril y lujurioso, me oía gimiendo y sofocándome con sus dedos que me buscaban una y otra vez en lo más profundo de mi ser, entrándose en mí, como si quisiera tocar mi esencia misma de mujer, mis gemidos se hacían más agudos con cada toque de sus dedos, con su lengua lamiéndome los senos y mordisqueando mis pezones, yo ahí en cama loca envuelta en una pasión que no había experimentado jamás, los poros de la piel se erizaban con cada beso suyo, y me estremecía a placer, por fin empezó a besarme con sublime paciencia el vientre mientras me decía, que hoy sería el momento de dejarme preñada, que lo deseaba con toda el alma, que su semen fecundaría en mí a su estirpe y su linaje no se perdería, porque sabía que le daría un varón… un hijo varón, que sea portador de su apellido y su gran fortuna, un hijo que el añoraba con demencia, empezó a cubrir mi vagina con sus labios el placer se hizo más y más profundo ya no pensaba en nada, quería hacerlo feliz, desee con todas mis fuerzas engendrar aquel niño, darle esa inmensa felicidad, ya me abandonaba a mis fuerzas y me sometía a él, y a su forma de hacerme el amor, un juego de seducción que terminaba en sus brazos, y empezaba en sus caricias. Me vi con las piernas rodeándole la cabeza, y el escudriñando en mi clítoris bebiendo de mi ser, mi jugo, mi sabor, que luego vertía en mi boca para saborearme a mí misma, con su lengua repasaba una y otra vez mis labios vaginales como si tratara de lamer hasta la última esencia mía, así me tenia nombrando su nombre, sintiéndome la mujer más deseada y amada del mundo, mire sus ojos que a su vez me miraban con un candor y una ternura que jamás había visto en nadie, solo él podía mirarme de esa manera tan especial, ya lo quería todo, todo su ser dentro de mí, lo atraje con dulzura mientras acariciaba sus cabellos, el me sonreía con una mirada picara, nuevamente llego hasta mis labios y cuando estuvo frente a mí, ahí los dos echados. Él sobre mí, iba haciendo movimientos delicados para penetrarme con su polla erecta y dura que cada milímetro que la sentía dentro de mí, era sentir su poder su fuerza, su dulzura, su pasión por mi cuerpo, y sus nalgas duras que lograba acariciarlas yo, las tenía tan afiladas que lo rasguñaba con mis uñas, así mismo como su espalda, que cada movimiento suyo me proporcionaba felicidad como me estremecía, y así lograba hacer un efecto de querer fundirme con su piel, me seguía penetrando más y más sentía su polla incandescente dentro de mí, más alocados sus movimientos desbordando lujuria y placer, ambos entrelazados como ramas que se necesitan para crecer juntas, del mismo modo nuestros cuerpos se aferraban uno del otro, y aunque el sudor era intenso y nuestros cuerpos se hacían más compactos en cada movimiento, sentía su amor, todo su amor en esos instantes, sin pensar en nada, solo desee salir embarazada darle ese hijo, no me importaba nada, ya no pensaba en mi otra vida, ya no quería despertar jamás, quería permanecer ahí, junto a él y volver a sentirme así, entonces llegamos juntos a clímax total, ambos sacudiéndonos de emoción al entregarnos mutuamente nuestros respectivos fluidos, su esperma había entrado en lo más profundo de mi, sentía como corrían hacia mis óvulos y buscaban refugio, sentía la vida misma dentro de mi vientre, mire su cara de felicidad, mire su rostro tierno y perfecto besándome sin parar, diciéndome que me amaba una y mil veces, y al final cuando nuestros cuerpos aun aferrados, terminaban de respirar en una forma más pausada, el en mi costado abrazándome, diciéndome que me amaría toda la vida, que durmiera a hora, que siempre despertaría en sus brazos, me deje dormir agotada sintiéndome inmensamente feliz y dichosa por esta experiencia me aferre a sus brazos como si tuviera miedo que se alejara de mí, así me quede dormida.

Estando dormida aun sentía su varonil fragancia, me adormí y hasta comenzaba a soñar, una luz fulminante al final de un túnel, y yo caminando en ese gran camino que no veía nada más que la luz que me cegaba pero su fulgor no solo me daba tranquilidad, si no que experimentaba una sensación de paz, nada en mi cuerpo sentía miedo, me acercaba a cada paso al final del túnel, y aunque no veía el suelo en el que pisaba, sentía mis pasos firmes, mis piernas cansadas quizás de haber hecho el amor, temblorosas de tanta apretarlas con firmeza y aferrarme al cuerpo de mi amado, aun no comprendía bien que significaba todo eso, estaba experimentando una transición, mi mundo pasaba como cuadros de diapositivas en las que me veía amante de Henley, y otras en la que aparecía Jhon mi novio, dos historias simultaneas, dos vidas diferentes, que conocía, que había vivido ambas con felicidad. Justo antes de llegar al final del túnel, y entregarme por completo a la luz inmensa, es cuando pude sentir un latido, un latido simultaneo al mío, mi corazón estaba latiendo pero un segundo latido me hizo retroceder, entonces supe que debía volver al túnel, que aun no era la hora de entregarme a la luz, había vida dentro de mí, vida en mi interior que me hizo abrir los ojos.
Una ventana grande frente a un campo de rosas, unas cortinas de color verde agua un jarrón de flores a mi costado, la bombilla de oxigeno, y una vía en mi muñeca que daba paso al suero, y ahí estaba sentado agotado de tanto velar por mí, mi novio Jhon.
_Jhon. Le susurre
_Oh cariño, gracias a Dios, ¡Estas bien cielo¡
_Enfermera ha despertado, ha despertado.
Jhon estaba feliz, parecía que le había regresado el alma al cuerpo, comprendí que me amaba y que sería un buen esposo, y…
_Cariño, los están bien, tú y nuestro bebe.
_ Nuestro Bebe… ¿Estoy embarazada?
_Si, Si.
Entonces en ese instante sabía bien que todo lo que había soñado, no había sido solo un sueño, Henley realmente me entrego su semilla.

viernes, 16 de abril de 2010

Camino a Monterrey IXIV (FIN)


El teniente Javier sentado en uno de los asientos del avión, nos esperaba con una mirada temeraria, sentía yo que la felicidad se me escapaba de las manos, no había nada que hacer, el nos había al fin podido atrapar, y imaginaba mi vida con José, aunque sentía que mi amor por el, no disminuiría, y lo apoyaría todo el tiempo.
Javier nos miro y dijo:
_Janet, cometisteis un error.
_lo se, pero no me arrepiento. Sabes que amo a José.
_si, lo se Janet, pero no desistes robarme uno de los pasaportes, cuando supe que me faltaba uno, fue cuando me di cuenta que algo estaba pasando.
_lo se, fue algo entupido, pero a hora que va a pasar.

José estaba en silencio, sin decir una sola palabra, aun adolorido por los golpes.

_ya sabes que va a pasar, tú y José, se viene conmigo a la delegación policial.
No puedo dejarte ir, lamento mucho todo esto, pero tú acabas de tirar toda tu vida a la basura.

José se acerco a Javier, y le dijo:
_por favor, llévame a mi, deja a Janet fuera de todo esto, voy a decirte todo lo que se, pero quiero que Janet quede limpia de toda esta mierda, bien sabes que ella, no tiene culpa alguna.

_cuando me robo el pasaporte, ya tiene culpa.

_te lo suplico, perdí a mi familia una vez y sufrí mucho, no quiero que Janet sufra por ese error.
Javier me quedo mirando, dudo un poco, esta bien te prometo que Janet quedara limpia pero tu te bienes conmigo, vale.

_esta bien.

Yo no podía creerlo, todo estaba saliendo mal, no quería ver a José en la cárcel, su caso era muy especial.
Javier, Javier, por favor, no te lo lleves, Javier, te lo suplico, déjanos ir.

_no me pidas eso Janet, es mi deber como policía, detenerlo.
_sabes que es inocente, sabes que no ha cometido crimen alguno. Si llega a comisaría, los de ETA lo mandaran a matar, y lo sabes.
No podrás protegerlo dentro, por favor Javier.

_me pides demasiado, simplemente no puedo.

_Janet mi amor, mírame, (José, me tomaba las manos, y me besaba con dulzura).
_Janet vamos a estar juntos, tu me salvaste de esta ira, que me mataba por dentro, en tus ojos yo volví a encontrar la paz que necesitaba para vivir, no quiero verte llorar, no importa lo que me pase a mi, lo que importa es que, te conocí, y eso ha sido algo maravilloso, te amo.

_yo también te amo, no quiero que te hagan daño, no quiero perderte, me muero si te pasa algo.
_se fuerte mi amor, me distes mucho y a hora solo quiero que seas fuerte, por los dos.

Ya estábamos bajando del avión, cuando Javier nos detuvo, nos miro a los dos, y se sonrío. Extendiendo el pasaporte, nos devolvía la libertad.

_será mejor que corran o perderán su avión. Mantendré tu identidad anónima, imagino que muchos de esos amigos tuyos, intentaran buscarte, pero si te creen muerto, creo que te dejaran vivir en paz. En cuanto a ti Janet, sabes que cuando vuelvas al Perú, siempre podrás contar conmigo, me hubiera gustado, que te enamoraras así de mi, pero no fue, cuida a tu amor, y no dudes en llamarme si necesitas algo.

Con lágrimas en los ojos, di un salto de felicidad, y abrasé a Javier. Gracias gracias gracias, siempre te lo agradeceremos, le bese las manos, en señal de agradecimiento, mientras José le extendía la mano, y el respondía el saludo.

_a hora vayan, y no vuelvan al Perú, hasta que todo esto se haya olvidado.
_así lo haremos.

Corrimos hacia la entrada del avión, que significaba la libertad para ambos, voltee a mirar a Javier, que me hacia una señal, de militar, José, también se volteo, y se despedía.


El vuelo a Madrid, fue muy largo, pero no importaba, estaba al lado del hombre que amo, y la felicidad otra vez me hinchaba el pecho, sentir así de cerca de mi amado, cuantos besos dulces y caricias.


Hoy después de 10 años, me decidí a contar mi historia de amor, José y yo nos casamos, a hora se llama Luis Carlos, tenemos 2 niños, y nuestro buen amigo Javier, se caso con una ex compañera de prensa.

Las islas canarias son a hora nuestros refugios, nunca olvidare la forma que me enamore de mi esposo. En ese camino a MONTERREY.que nos unió y según se, sigue uniendo a muchas parejas, así que si aun estas solo en el mundo, haz el camino a monterrey, nunca se sabe que encontraras en sus pasajes, siempre hay un amor a la vuelta de un risco.
FIN