sábado, 30 de enero de 2010

Camino a Monterrey XXXVI (llegando al final)

Mi alma esta feliz, no estaba muerto el hombre que amo, que pensé que lo había perdido para siempre, estaba con vida, tenia la posibilidad de salvarlo, quería hacerlo, no importaba nada, solo él, solo mi amor José, que lo amo con todas mis fuerzas, y voy a luchar a hora por salvarlo, y por hacer que sea feliz a mi lado, no había mas dudas en mi alma, mi corazón estaba tranquilo, podía escuchar los latidos que esta vez sonaban con mas fuerzas, cuando pronunciaba su nombre.

_señor, présteme su camioneta, para ir a traer al medico, por favor, yo pagare todos los gastos.

_señorita, llévese mi camioneta, traiga algún doctor, los encontrara en la clínica Sánchez, diga usted que es para Don Jacinto Huaman, y ellos sabrán, vaya usted deprisa, desea usted conducir o llamo al mi cuñado, el flaco.

_Aun no me conozco bien el camino, no le importaría si su cuñado, me lleva por favor.

_Claro que no, Amelia, hijita llama a tu tío.

La muchachita me miraba con desconfianza, y casi podía entenderla.
Pero quise aprovechar para preguntar algo a don jacinto.

_ ¿por que su hija, me mira así?

_ella siempre ha sido muy desconfiada, pero desde ayer no se despega de la cama de este muchacho, y aunque lo único que ha dicho es su nombre, Amelia, lo atendió con dedicación.

_es muy bondadosa, será una buena enfermera, me preguntaba, si tendría agua para que me invite.

_si, un momento que se la traigo, o si usted prefiere, pasa ala cocina a comer algo.

_no, solo el agua por favor, además quiero estar a su lado. Yo lo daba por muerto.
_murieron varios, pero se que otros se han salvado, a su amigo lo encontramos muy golpeado, lejos de ese lugar.

Le tome las manos a don jacinto, queriendo demostrarle todo mi afecto, y todo mi cariño, lo mucho que le estaba agradecida.