viernes, 16 de octubre de 2009

Camino a monterrey III

Las primeras gotas de lluvia se precipitaban… José me tomo de la mano, para no resbalar, el camino se hacia peligroso, la lluvia se acrecentaba. Pronto, descubrí que fue una mala idea no llevar los zapatos para escalar, me sentí tan tontita, pero José, supo, calmar mis angustias, sujetándome, con cariño y firmeza, mientras caminaba a su lado, y sentía la lluvia, mientras, sentía su calidez, se me vino ala mente muchas cosa, ideas locas, que a veces se piensan mientras caminas, de pronto, me preguntaba que hacia yo, ahí tan lejos de mi casa del calor de mi hogar que fuerza me motivaba a recorrer ese camino, y quien era este hombre que me llevaba de la mano, un extranjero que apenas había conocido, unos días atrás, pero que me en su mirada, me trasmitía tanta seguridad, una vez mas, mis pasos, se iban saliendo del camino, y la lluvia hacia lo suyo, haciéndome resbalar,. Estaba mi buen José para atraparme, para no dejarme caer, así estaba yo tan temblorosa quizás del frio quizás, de su cálida mano, quizás de mis pasos que titubeaba , así estaba el, tan sonriente. Lleno de vitalidad, risueño feliz.Ya estábamos muy en la cima, podía ver toda la ciudad, techos rojos de las tejas. Y un cielo, que humedecía todo. O solo llovía para mi y para José, así, un minuto, me quede mirando el verde, los caminos, increíble, pensar que tan lejos había llegado, José me toco el hombro y me saco de mis pensamientos. --Estas mojada, mejor ponerte otra cosa, que podrías resfriar.--No, te preocupes José.- estoy bien, un poquito de lluvia, no me hará daño. --anda ven aquí.Me acerco suavemente con sus manos agarrándome de la cintura, me quede congelada en un instante, me volvió a coger, los brazos, y con voz decisiva dijo.--No, señorita usted ya esta muy mojada, así que a ponerse esto.Se quito una chamarra verde, que traía puesta.Con mucho cuidado lo puso alrededor de mí y me susurro al oído, …póntelo, y no te preocupes por mi, que traigo un impermeable mas, solo sonreí y ya no podía negarme, José, me había puesto la casaca de el, lo acomodo con paciencia, y mientras me la ponía, dijo algo que nunca olvidare.--parces una niñita chiquitita, que tengo que cuidar. Cogiéndome el mentón, me acaricio con ternura, quería besarlo, robarle un beso, pero seguía inmóvil, congelada, sin poder reaccionar. Hasta que otra vez, me dio un tirón y proseguimos nuestra caminata….

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